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Vidas eNpantalladas

Los Magno

Si mi amada Oskia Poulain dice estar a la última por hablar de la película Una serie de catastróficas desdichas, yo aún voy más allá. Os voy a hablar de una película aún más reciente (para que luego me digan algunas que vivo en el blanco y negro). Si bien mi mujercita disfrutó con las desdichas de Lemony Snicket y su supuesta originalidad estética a la par que falsamente moderna (toma ya!!), yo me inclino por una de ésas a la antigua usanza; una película épica donde se habla mucho mucho, a diferencia de otras del estilo donde lo único interesante es comprobar que el rey Arturo es más basto que un collar de melones. Sí, os hablo del Alejandro Magno de Oliver Stone.

Alejandro

Que conste que voy a hablar del Alejandro presentado por Stone y no del real, aquél que vivió hace dos mil trescientos... bueno, que vivió por el siglo IV antes de Cristo. Lo digo por si meto la pata en algún dato histórico; que se sepa que la culpa es de la peli, y no mía. Al grano. Alejandro es hijo de Olimpia y supuestamente de Filipo II, aunque Olimpia siempre le dice que su verdadero padre es Zeus, dejando en duda al propio Alejandro, lo cual nos hace dudar un poco de su coeficiente intelectual. En su infancia le instruye ni más ni menos que Aristóteles, ése del que hoy en día tanto hablan muchos profesores y al que tanto odian muchos alumnos. En su aprendizaje conoce a Hefestión, quien le mira con ojitos; ambos se convertirán en amantes, más platónicos que otra cosa, durante el resto de sus días. Tras la muerte de su padre, Alejandro se convierte en rey de Macedonia. A partir de ahí le sobreviene un afán imperialista que ni el Bush; tras la batalla de Gaugamela en la que derrota al ejército persa le da por recorrer más de 6000 kilómetros y luchar en casi 70 batallas por medio mundo. Eso sí en la peli ni rastro de tantas batallitas; la de Gaugamela y una en la India; nada más. Y eso que esta última la pierde, con lo que la sensación que te deja es que el pobre Alejandro es un poco pelele. Más vale que ahí está Anthony Hopkins para decirnos que no, que era muy valiente, muy fuerte y muy Magno. Y tal y como lo dice te lo crees.

Olimpia

Olimpia es la bella madre de Colin Magno, o sea de Alejandro. Su obsesión es su hijo y la de Alejandro su madre. Olimpia intenta poner a Alejandro en contra de su padre; aunque éste no termina de hacerle mucho caso al respecto. Olimpia, sin embargo, es una mujer astuta que intenta manejar a su hijo, algunos dirán que para su bien (y es que gracias a ella Alejandro se hace con la corona de Macedonia); y otros dirán que simplemente es más víbora que sus mascotas bífidas. Y es que cuando alguien en una peli tiene de mascota a una o varias serpientes hay peligro;ése es un cliché cinematográfico del que habría que hablar profundamente... en otro momento. Cuando Alejandro se marcha, Olimpia intenta influir en su hijo a través de muchas cartas. De hecho se pone tan morada de escribirle que el cartero aún estará llevando cartas a la tumba de Alejandro. Pese a todo, Alejandro que es un rebeldillo pone cara de mala leche cuando las lee y hace todo lo contrario. Cría cuervos...

Filipo II

Filipo es el tuerto padre de Alejandro. Es un hombre rudo, pero que sabe ejercer con mano dura el reinado de Macedonia. En un principio parece no hacer mucho caso a su hijo, pero cuando Alejandro domina a un caballo salvaje delante de muchos paisanos cambia de opinión sobre él. Comienza a meterle a su hijo unos monólogos más largos que el rímmel de Hefestión. Alejandro le sigue el rollo porque, todo hay que decirlo, a Filipo se le da muy bien eso de contar historias. Pero conforme Alejandro va haciendo migas (mmm, qué buenas) con su padre, Olimpia incrementa su odio por Filipo. Lo que termina por fastidiar a Olimpia es que Filipo, más mujeriego que Alfie, se casa con Eurídice y tiene un hijo con ella; hijo que está destinado a ser rey de Macedonia. Pero Olimpia tiene otros planes: su hijo Alejandro debe ser el rey, aunque sea pasando por encima del cadáver de Filipo. Desde luego que con esta rivalidad entre sus padres no es de extrañar que Alejandro huyese tan lejos.

Ésta es la pequeña familia Magna, en un pequeño resumen muy personal. Si queréis conocerlos bien os recomiendo que no os perdáis la película, porque más allá de su calidad siempre viene bien conocer un poquito de historia, aunque sea moldeada por la ficción. Por si acaso, yo os aviso que dura casi tres horas, dos en Canarias (uy qué malo).

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