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El milagro de la procreación

Hay familias que no las construye, por así decirlo, la naturaleza, como apunté en mi post de Arizona baby. Pues bien, voy con otro ejemplo, aún más claro de que esto es verdad. En El milagro de P.Tinto, de Javier Fesser, el personaje encarnado por Luis Ciges y su mujer tienen tres hijos, sin necesidad de practicar relaciones sexuales. No, no son adaptados; y no, tampoco hay un secuestro de por medio como en Arizona baby. Veamos cuál es el misterioso milagro.

P.Tinto

P.Tinto es un poco ingenuo. Vale, muy ingenuo. Bueno, que es tonto, el pobre. Desde su más tierna infancia, como diría él, se veía distinto a los demás. Su maestro ya notaba que lo de razonar no se le daba muy bien, y encima los demás niños eran muy diferentes a él. Su infancia, sí, fue dura. Hasta que llegó el amor a su vida. Él aún era un crío pero la mirada de su futura esposa le encandiló desde el primer momento. Con ella se fue a vivir a las afueras de la ciudad, en una mansión algo destartalada, pero un hogar al fin y al cabo. P.Tinto heredó la fábrica de galletas de sus parientes, que estaba en quiebra, y demostró que algo se le daba bien, pues consiguió hacer de ella todo un éxito financiero. Todo funcionaba en su vida menos una cosa. La providencia no les traía a él y a su esposa un hijo. Tiempo tuvieron que esperar hasta que llegaron dos hijitos caídos del cielo y un tercero, un P.Tinto original, del que sentirse orgulloso, y que por fin le ha dado la felicidad que tanto añoraba.

Olivia

Olivia es la entregada esposa de P.Tinto. Es ciega de nacimiento. Le encantan las flores y cuidar el jardín en general. Su sueño es formar una familia y se ve cumplido con la llegada inesperada de dos pequeños calvorotas. A ellos les dedica todo el día, los mima y los cuida como si en ello le fuese la vida. Pero poco a poco ve que su comportamiento no es del todo como ella imaginaba. Son demasiado traviesos, para su gusto. Olivia empieza a perder la esperanza de hacer de ellos dos P.Tinto de provecho, cuando de pronto aparece en la puerta de casa un tipo grandullón que P.Tinto reconoce como hijo propio. Olivia desconfía en un principio pero finalmente acepta al nuevo vástago. Con él su sueño parece cumplirse.

Los marcianitos

Los marcianitos de la película son los dos primeros hijos de la familia P.Tinto. Sí, suena raro, pero es que la historia es así. Los marcianitos son una especie de enanos calvos con malos modales. Su platillo, coche u objeto volador (vete a saber qué es), se estrella frente a la casa de Olivia. A los dos no les queda más remedio que quedarse a vivir allí. Poco a poco le van cogiendo el gusto a las comidas que les prepara Olivia, su "madre", y se van acostumbrando a los placeres terrenales. Pero su verdadera intención es arreglar el vehículo que les devuelva a su verdadera casa, ya que los P.Tinto les traen sin cuidado. Olivia irá descubriendo que en el fondo no son unos P.Tinto, hasta el punto de decirles que son adoptados.

Joselito

La vida de Joselito ha sido difícil. En su infancia perdió a su madre en un accidente frente a un puerto marítimo. Los niños se reían de él y su profesora le maltrataba psicológicamente. Panchito acabó recluído en un manicomio en un lugar apartado de Europa. Ya en él hasta el máximo encargado del manicomio (Pepe Viyuela) le trataba despectivamente. Un día, harto ya de todo, decidió escaparse utilizando una bombona de butano, la cual se convertiría en su mejor amiga. El destino le llevaría hasta el hogar de los P.Tinto, quienes le acogerían con el cariño que tanto echaba él en falta. Panchito por fín tenía unos padres y unos hermanitos con los que compartir su vida.

Bueno, y después de hablar de los personajes de la surrealista El milagro de P.Tinto me he dado cuenta de que no he destapado el milagro de la procreación de Olivia y P.Tinto. Aunque bien pensado, es mucho más divertido verlo en pantalla; así que os dejo que lo descubráis por vuestra cuenta.

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